lunes, 13 de abril de 2015

A TRAVÉS DE LOS OJOS DE UN EPILÉPTICO

A diario oímos de la discriminación que sufren las personas por su aspecto físico, su raza o su inclinación sexual, son al parecer estos los temas más conocidos; algo habremos leído por ahí o escuchado de la discriminación por enfermedades, un problema igual de grave que afecta a un gran porcentaje de la población ecuatoriana pero del que hasta ahora no se ha hablado tanto.
Me centraré en la discriminación que sufren las personas epilépticas a la hora de buscar un trabajo, por dos grandes motivos; primero de ellos es que soy una paciente diagnosticada con epilepsia y hace más de dos años no sufro una crisis convulsiva completa y segundo porque a mis 20 años tengo la necesidad de encontrar un trabajo y aunque para mí el tener epilepsia no es un problema, para muchos empleadores sí, pues consideran que no podré desarrollarme laboralmente al mismo ritmo o nivel que lo haría una persona que no ha sido diagnosticada con ningún tipo de trastorno cerebral.
Pero antes  quiero compartir un poco de mi historia, me llamo Viviana Muñoz Jiménez tengo 20 años y a los 12 fui diagnosticada con epilepsia mioclonica juvenil o más fácil de recordar pero igualmente desconocida epilepsia de inicio temprano, uno de los tantos tipos de epilepsia que existen, pero se diferencia de los demás ya que durante mis crisis conservo completamente la consciencia, no entendía muy bien de qué se trataba pero si me asusté aunque con el tiempo comprendí lo que era y le perdí el miedo; todos se tuvieron que adaptar, mis compañeros, profesores y principalmente mi familia.
A los 11 años tuve mi primera crisis, pero fue hasta un año y medio después que encontraron exactamente cual era mi enfermedad, empecé con un tratamiento que era tan fuerte que acabó con mis encías y artículaciones, pero no pudo contra la enfermedad.
Fue hasta que cumplí 14 años que el Neurocirujano Carlos Sigüenza Paz supo cual sería el tratamiento adecuado para mi situación; un gramo de levetiracetam y 50 miligramos de lamotrigina, pero tuvieron que pasar dos años para que mi cuerpo aceptara la medicación y las crisis empezaran a disminuir y tres años más para considerar mi enfermedad controlada.
Ahora un año y cinco meses después, buscando trabajo me encontré con esta pregunta ¿Sufre de algún tipo de enfermedad crónica?, a lo cual respondí que sí, que tengo epilepsia, pero que está completamente controlada, la señorita que me hacía la entrevista se sintió un poco incómoda con la respuesta y fue por este motivo que decidí escribir acerca de este tema.
Un 21.7% de epilépticos se sienten discriminados y un 8.2% han sido despedidos por padecer esta enfermedad; el principal problema es el desconocimiento de las demás personas acerca del tema, pues no saben que un epiléptico puede llevar una vida completamente normal y desempeñar funciones laborales efectivamente. Si bien es cierto debemos tener cuidado con ciertas cosas como movimientos bruscos, cambio de luces rápida y repentinamente, entre otras cosas que en nada nos impiden seguir viviendo.
A lo mejor nos cueste más, pero igual podemos; nuestro principal enemigo no es la enfermedad, ya que es parte de nosotros y sabemos vivir con ella; acabar con la ignorancia y discriminación es la clave, aunque en algunos casos el enemigo seamos nosotros mismos.
Viviana Muñoz J

No hay comentarios.:

Publicar un comentario